Una de las propiedades más fascinantes del cerebro es la capacidad de cambiar sus respuestas en relación a la experiencia, es decir, su plasticidad. Esta propiedad otorga al organismo la posibilidad de aprender y de recordar.
A pesar de que el aprendizaje y la memoria estén integrados funcionalmente, se trata de dos fenómenos diversos. El aprendizaje es el proceso a través del cual se adquiere nueva información del mundo exterior. La memoria es el proceso (o el conjunto de procesos) a través de los cuales se retiene y consolida la nueva información para acceder a ella de manera consciente. El proceso de memoria se divide en tres etapas:
- La recepción y selección de información exterior recogida a través de los órganos de los sentidos.
- La codificación y almacenamiento de esta información
- La evocación o recuperación la información que ha sido consolidada.
La memoria es una de las funciones cognitivas más sensibles a cualquier patología cerebral, por lo que puede se puede ver afectada por la existencia de un traumatismo craneoencefálico, accidente cerebrovascular, demencia, tumores, encefalitis, determinados tipos de epilepsia, etc.
Cuando existe un defecto en la memoria, hablamos de la existencia de una amnesia, donde podemos encontrar cuatro tipos principales:
- Amnesia anterógrada, es decir, la afectación de la capacidad para adquirir nueva información.
- Amnesia retrógrada o afectación de la capacidad para evocar información previamente adquirida.
- Amnesia específica, relacionada con la naturaleza de la información que se memoriza (por ejemplo, podemos observar una dificultad para recordar caras o lugares, pero no para recordar palabras o textos).
- Amnesia inespecífica o para todo tipo de material y en cualquier modalidad (caras, lugares, palabras, etc).
Estas dificultades afectan tanto la persona que las padece como a los familiares que conviven con él, ya que el paciente se sienten confuso e indefenso a la hora de realizar cualquier tarea de manera autónoma, por lo que conlleva un estado de dependencia de terceras personas para llevar a cabo actividades de la vida cotidiana.
Evaluación de la memoria.
Para poder realizar un diagnóstico diferencial de los distintos síndromes amnésicos, se debe llevar a cabo una evaluación neuropsicológica que estudie de forma cualitativa los sistemas de memoria para determinar cuáles de ellos están afectados y cuáles preservados, para poder diseñar un programa de rehabilitación adaptados a las características de cada paciente.